viernes, 26 de marzo de 2010

Lo que no debe hacerse: II Media Maratón de León

No tenía muy claro cómo empezar esta crónica, ni siquiera ahora mismo, delante del teclado sé cómo lo voy a hacer. He estado posponiendo este momento, no tenía muchas ganas de revivir mi experiencia del domingo y menos ahora que ya están desapareciendo las secuelas (afortunadamente simples agujetas) de mi esfuerzo.
Supongo que todo empezó allá por el mes de enero cuando se abrió el plazo de inscripción a la carrera. Siempre tuve claro que no correría la media maratón de Getafe porque no había entrenado apenas desde antes del verano pasado, pero no fui capaz de decir que no a León: una ciudad que me encanta, con la posibilidad de ver a mi familia y de correr con un montón de amigos con los que no es tan fácil coincidir. ¿Cómo resistirse? Mi mente lo tenía claro, si me apuntaba seguro que encontraría la motivación perdida y sería capaz de llegar a la cita con unas condiciones físicas mínimas para poder terminar. Pero la realidad fue bien distinta y, por motivos que no vale le pena analizar aquí, apenas salí a rodar y salvo algunas sesiones de elíptica mi preparación para la carrera fue nula.
Y llegó el gran día y sin pensármelo (si hubiera pensado, no hubiera hecho lo que hice) me planté en la línea de salida. Mis pretensiones eran muy simples, intentaría terminar pero no tendría ningún problema en abandonar si empezaba el sufrimiento. Y esto, que así visto resulta tan fácil y tan lógico me resultó imposible llevarlo a cabo. El principio de la carrera me costó una barbaridad, los kilómetros se me hacían eternos y eso que no llevaba mal ritmo para mi estado (unos 6’ 15”/km). De repente en el kilómetro 4 me alcanzó Sonia, yo creí que ella iría por delante y la verdad es que fue una alegría. Apenas intercambiamos unas palabras pero acompasamos el ritmo y todo ese kilómetro lo recorrimos juntas. En el 5 ella continuó su marcha y yo seguí con mi penitencia. A partir de ese momento mi ánimo cambió y la sucesión de kilómetros se hizo más llevadera. Seguí viendo a Sonia en la distancia durante un tiempo, pero como ella sí había hecho sus deberes, terminé perdiéndola de vista. Sobre el kilómetro 10 las piernas empezaron a molestarme, estaba sometiendo a mi cuerpo a un esfuerzo para el que no estaba preparado y claro, mis músculos se revelaban contra mi inconsciencia. Mi ritmo cada vez era más lento y a partir del kilómetro 12 dejé de mirar el cronómetro, bastante sufrimiento tenía con mis piernas para encima torturarme también por el tiempo. La idea de abandonar siempre la tuve en mente pero no me decidí, siempre pensaba, “venga que puedo aguantar otro poco más”. Y así llegué al 15, cuando mis piernas dijeron basta y tuve que parar. Casi tenía más dolores andando que corriendo, así que enseguida volví con mi trote cochinero. Un poco más tarde, como en el kilómetro 17 me dieron alcance las últimas corredoras y con ellas la angustia de sentir la ambulancia pisándote los talones. Intenté seguir su ritmo, pero me fue imposible. Ya sí que estaba claro, era la última. Esta certeza no significó mucho para mí, llegado este punto lo único que quería era terminar la agonía. A estas alturas ya no tenía sentido abandonar o yo no se lo encontraba, quién sabe. Entonces llegó un ángel de la guardia, en forma de ciclista de la organización que me acompañó en lo que me quedaba de vía crucis animándome y dándome consejos sobre cómo afrontar el tramo final de la carrera. Lo único malo de esta aparición fue que yo le contestaba, lo que provocó que más o menos a un kilómetro de la meta apareciera un terrible flato, colofón perfecto para mi calvario. El dichoso flato me obligó a pararme más veces de las que hubiera querido pero es que era realmente imposible trotar (porque correr, lo que se dice correr, había dejado mucho antes de hacerlo). Tengo que agradecer en general que la gente me animara bastante en todo el recorrido. Yo trataba de corresponderles con una sonrisa, aunque vete tú a saber qué tipo de mueca era lo que aparecía en mi cara. En la rotonda antes de la llegada al Hispánico mi ángel de la guardia me abandonó. “Ahora la protagonista eres tú” y entonces sucedió lo que sin duda para mí fue el mejor momento de toda la carrera. El tramo desde la rotonda hasta la entrada al polideportivo fue una auténtica ovación, con todo el mundo dedicado a animarme con sus voces, con sus aplausos. Todavía se me pone un nudo en el estómago al recordarlo y es que a punto estuve de ponerme a llorar. Justo en la puerta estaba mi tía, que me dio la mano mientras me decía que era una campeona… ¡¡Imposible explicar todo lo que me hicieron sentir!! La entrada al estadio fue bastante más triste, la gente cruzando por la pista y, salvo el séquito del Nunca que estaba en la grada, pasé desapercibida. Lo peor de todo fue que de repente mis pulmones decidieron que no querían más aire y tuve que parar. Me asusté bastante, la verdad. Así que mi llegada a meta fue andando tranquilamente. No me sentía muy bien, menos mal que allí estaban Saturnino y Abe que me ayudaron a recomponerme. Gracias, chicos.

Foto cortesía de mujeres running La Bañeza

Ahora estoy con la duda de si lo que hice fue demostrarme de lo que soy capaz o si fue una tontería que podía haber tenido quién sabe qué otras consecuencias. En cualquier caso, sí tengo claro que nunca me enfrentaré a otra carrera similar sin haber hecho los deberes, mejor o peor, pero con unas garantías mínimas de no someter a mi cuerpo a un sobreesfuerzo como el del domingo.
Aprovechando que ya estamos en primavera, quién sabe si este finde por fin, es la vuelta a mis entrenamientos…

martes, 23 de marzo de 2010

2ª Media Maratón de León

El domingo estuvimos corriendo en León, por segundo año consecutivo y los que nos dejen, corrimos por sus calles disfrutando de la hospitalidad de sus gentes y por qué no decirlo de uno de los recorridos más llanos que podemos encontrarnos en nuestro país.
Pero la historia de esta media no la puedo contar desde el domingo, todo empezó el sábado...

La víspera
El sábado habíamos quedado Beatriz y yo por la mañana para poner rumbo a La Bañeza, donde nos esperaban sus abuelos todo hospitalidad y cariño, lo que ya se ha convertido en otra buena costumbre. Yo antes estaba desayunando en un bar de nombre innombrable en mi lugar de trabajo y vi algo que me sorprendió gratamente.
Era la primera vez que entraba a este bar, el café estaba muy bueno pero lo mejor el camarero. Un hombre más cerca de la edad de jubilación actual, si nadie lo jode, profesional como hacía mucho que no veía y preocupado por sus parroquianos, de gesto impasible con la misma cara les pone una tostada que les alecciona. Reprendía a uno de ellos: "Paco, aléjate de la máquina, que luego Ana se va a disgustar" "Si no se va a enterar", le contestó el otro y seguidamente el camarero impasible le espetó: "En cuanto la vea pasar por la puerta". Me pareció un gesto simple, pero de ésos que hacen nuestro entorno algo mejor, en vez de dejar pasar las cosas y pensar que unas monedas más le vendrían bien al negocio él optó por evitar un disgusto a Ana. Ya, ya sé que con toda seguridad en el siguiente bar Paco dejaría buena parte de sus monedas, pero el camarero impasible hizo lo correcto sin ninguna duda. Hacer eso, lo correcto debería preocuparnos más en los tiempos que corren.
Rumbo a La Bañeza, pusimos música nueva, grabada para la ocasión, mi repertorio del coche llevaba tiempo sin ser renovado y la cita lo requería.

Pepe y su bodega
Llegamos a La Bañeza pasadas las dos de la tarde y ya nos decían que cinco minutos más y nos quedábamos sin comer, por supuesto nos estaban esperando con la mesa puesta. Lo primero que casi dijo Pepe fue aquello de "comeremos con vino ¿no?" Yo que ya sabéis soy fácil dije que "por supuesto". Así que me vi bajando la escalera a la bodega de Pepe, dos vasos y la jarra, ya que estás abajo no vas a subir solo con la jarra llena, tendrás que probar de las distintas tinajas... El vino regó una opípara comida con primero de cuchara y segundo de tenedor como hacía tiempo no degustaba. Finalizada con café, dulce y una (o dos) copitas del aguardiente de Pepe. No había más remedio, se necesitaba una siesta para poder recuperarnos del viaje...
Por la tarde hicimos algo de compra con la Abuela de Beatriz, tenía que comprar entre otras cosas la caballa de la cena. Por la noche se repitió la ceremonia del vino antes de la cena, no se puede cenar sin la jarra llena. Al finalizar, de nuevo el aguardiente y una nueva bajada a degustar la limonada que Pepe está preparando para la Semana Santa y un aguardiente con arándanos... He traído provisiones para mi casa que el aguardiente me viene bien para combatir resfriados...

El día D
No pasé muy buena noche, yo creo que fue por la caballa, no estoy acostumbrado a comer pez, Beatriz opina que sería más por lo que bañaba a la caballa... ¿Quién sabe? Salimos de casa de los abuelos con una niebla puñetera e intentando no despertar a nuestros anfitriones, que bastante lata ya les habíamos dado.
Aparcamos el coche frente al Pabellón de deportes donde hace unos años terminamos la San Silvestre Leonesa, con nuestros irreductibles compañeros, un marinerito y las hermanas Vicente al completo. Ya me está llamando Saturnino, quedamos en vernos en el Hispánico.
Allí nos encontramos tod@s los del Nunca y Tecolinha, Pedrín y más gente de la quedada en la fuente del polideportivo orquestada por nuestra caótica Leonesa. Por cierto bonita fuente Teco ;D
Ya yéndonos a nuestra posición de salida, coincido con L.A. e intercambiamos algunas palabras de ánimo. También con Rodrigo, primo de Beatriz y con nuestro reportero de cabecera de Planeta Running, Daniel que nos vio y se acercó a saludarnos, por cierto que batió su marca personal en Media Maratón, felicidades.

La carrera
Antes de empezar a correr ya sabía que no iba a ser mi mejor día, aún así tenía claro lo que podía esperar de la carrera y el tiempo que pensaba realizar... Una vez más los planes no salen como uno tiene pensado.
A los cinco kilómetros la combinación de zapatillas y calcetines ya me había generado sendas ampollas en ambos pies que me fastidiaban y mucho. ¡¡Parezco nuevo, leñe!! Aún así aguanté con bastante estilo, aunque esté mal que lo diga yo de mí mismo, hasta el kilómetro once más o menos. Ése lo corrí con Tecolinha y Pedrín que me dieron caza a esas alturas de la carrera. En ese kilómetro me descolgué y paré a descansar los pies. Sin posibilidad de conseguir lo que pensaba al principio, empecé a buscar alguna motivación para los diez kilómetros restantes. La primera idea que se me pasó por la cabeza fue esperar a que alguna o las dos guerreras del Nunca me alcanzarán y proseguir el recorrido con ellas si las podía aguantar el ritmo.
Pero ya sabéis mis planes no salen nunca como los pienso, así las cosas me crucé en el camino con el dorsal 1304, José Manuel Carballal Puente. Entablamos conversación y me confiesa que tiene las piernas agarrotadas y que va a tener que abandonar. Me dice que es su primera Media, que es de León y que lleva poco más de un año corriendo. He aquí la motivación que estaba buscando para proseguir en carrera, gracias a José Manuel veo la luz. Así que le digo "tú sígueme que al tran, tran la terminamos". La verdad no andaba muy bien de cabeza sobre todo, pues sus piernas le demostraron al final que seguían teniendo gasolina. Cruzamos las palabras justas, no quería agobiarle hablando, intenté ir animándonos con la cuenta atrás de los kilómetros que nos quedaban. "Vamos a pasar por mi casa..." me comentó a unos dos kilómetros de meta, yo le espeté "ahora sí que nada de nada de pensar en dejarlo, si ya lo tenemos..."
En definidas cuentas, José Manuel terminó su primera Media en su casa y en meta como se puede ver en este vídeo me agradeció la compañía, cuando yo tenía tanto o más que agradecerle a él.

Epílogo
La parte de las emociones y sensaciones de la carrera de Beatriz, se las dejo a ella y su prometida entrada, no desesperéis, con ella no solo se cae el mito de los funcionarios que no trabajan, además se empeña en seguir estudiando y estudiando, es una chica atareada, pero ya nos lo contará.
Estas carreras suelen tener siempre un epílogo gastronómico, por supuesto lo tuvo y por qué no decirlo fue de lo mejor del domingo. Pero para mí el epílogo lo encontré anoche en el correo del Nunca, era un mail de José Manuel buscándome para agradecerme que le ayudara a culminar la carrera. Mi epílogo es en esta ocasión moral, no os imagináis el subidón de moral que tuve ayer al leer su mail después de un día cuando menos intenso. El fin de semana empezó con un gesto, el del camarero impasible que me asombró, y terminó con el gesto de José Manuel que me emocionó.
Un saludo.

lunes, 22 de marzo de 2010

Oficialmente, última llegada a meta

Ayer tuvo lugar la II Media Maratón Ciudad de León. A pesar de no haber entrenado desde no recuerdo cuándo, decidí que ésta era una cita que no me podía perder, así que allí me planté en la línea de salida.
De las casi dos hora y media de sufrimiento que supuso para mí esta carrera ya tendréis información en su momento porque ahora mismo no soy capaz de hacer una crónica como es debido. Sólo os dejo un dato: oficialmente fui la última en llegar a meta. Ayer teníamos alguna duda, pero ya lo he comprobado en la clasificación. Una experiencia nueva.

viernes, 12 de marzo de 2010

Miguel Delibes

"Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales."
Miguel Delibes.

No sé si ya lo he comentado por aquí, la primera lectura cuya decisión partió de mí, sin ser un libro de texto o de lectura obligada, fue la de los Episodios Nacionales, de Benito Pérez Galdós. Desde Trafalgar, pasando por Los Cien Mil Hijos de San Luis, Zumalacárregui, Prim y Cánovas, su lectura me absorbió. Es de justicia reconocer que todo empezó al sentarme una mañana de sábado, entre recado y recado, en el sillón del salón de casa de mis padres. Me había dado cuenta que teniendo un libro entre las manos mi madre me dejaba estar sin darme la lata. El primer volumen de los Episodios me pareció lo suficientemente contundente como para dejarla fuera de juego. Así ocurrió, el sillón fue mi trono de lectura.

Después de Los Episodios Nacionales, llegó a mis manos una de las novelas con las que más he disfrutado nunca, El Camino de Miguel Delibes. En mi vida me he encontrado muchas veces como Daniel "El mochuelo", dándome cuenta de lo que había tenido en el momento de estar perdiéndolo.
Miguel Delibes es por méritos propios parte de esos interminables Episodios Nacionales que aún se siguen escribiendo día a día. De sobra conocido es su legado en forma de novelas, algunas llevadas al cine con mayor o ninguna fortuna. El retrato del mundo rural de su época, es una constante en su obra, una constante magistral.
En fin mi afición a la lectura se la debo a estos dos señores, amén de al sillón de casa de mis padres, Benito Pérez Galdós y Miguel Delibes. Hoy nos ha dejado éste último, sin duda ha empezado otro camino, quién sabe si bajo la alargada sombra de algún ciprés.
Un saludo.

lunes, 8 de marzo de 2010

Plan B o C o D

El viernes aprovechando que Zipi estaba por Getafe para celebrar su cumpleaños, habíamos pensado en salir a correr por esa ciudad del Sur de la Comunidad de Madrid. Toda la semana lloviendo presagiaba un seguro chapuzón, por si el plan A cambiaba, le llamé a eso de las dos y me confirmó que nos mojaríamos... Yo que no sé decir no a mi hermano seguí adelante con la planificación.
Con algo de retraso por una movida laboral me dirigía a Getafe bajo el diluvio universal, la verdad me apetecía poco la idea de empaparme y más con un dolor en la zona posterior del muslo que me trae de cabeza desde hace un par de semanas, pero no iba a ser yo el que dijera no.

El plan B
Como no podía ser de otra manera y más tratándose de mi hermano el plan original sufrió variaciones. Tenía que recoger su coche del taller y de salir a correr por Getafe se transformó en dejar el coche de cortesía en Leganés y volvernos corriendo a Getafe, haciendo nuestra particular Intercampus.
Seguía lloviendo a mares en Getafe e hicimos una primera parada técnica para recoger a mi sobrino Dani y llevarlo seco a su casa desde la academia. Serían cerca de las seis y media cuando recogíamos su coche ya disfrazados de romanos, esta situación me dio la oportunidad de conducir el coche de cortesía un Ford Focus TDCI que me terminó de demostrar que mi coche es de mentira... Ya no lo solté hasta llevarlo a Leganés. Seguía lloviendo a mares y por supuesto no teníamos nada de luz natural.

El Plan C
Una vez en el lugar donde teníamos que dejar el coche no había vuelta atrás, teníamos que volver corriendo. Aún así decidimos ir lo más directos posibles hasta nuestro destino. Mi hermano se quejaba de que yo iba pisando todos los charcos "pero cachondo si solo hay charcos". Así que a poco menos de cinco minutos el kilómetro, por arcenes y entre coches nos plantamos en su casa de Getafe empapados hasta el tuétano. Empezamos a quitarnos ropa en el descansillo de la escalera, para habernos grabado y nos metimos en la ducha, juntos que no revueltos. Somos hermanos pero mariconadas las justas... Una ducha casi hirviendo y la certeza de que mi problema se estaba acentuando zanjaron nuestro patético intento de entrenar. Bueno eso y comprobar que Zipi está como un tiro.

El Plan D
El plan A original tenía una segunda fase o plan B, para la que yo estoy mejor dotado genéticamente hablando. Se trataba de la celebración del cumpleaños, sus cervecitas, pizzas, aperitivos, tarta y copa, vamos para lo que uno lleva más de cuarenta años entrenándose. En fin el Plan B reconvertido en D, no os preocupéis los planes E se los dejo a otros... Allí coincidí con parte de los culebras solo parte, José no pudo venir al tener al enano con fiebre. Me divertí un buen rato y cené por la patilla que es lo que tocaba.

Las secuelas de tanto plan
Todos los planes que afronto con mi hermano tienen secuelas, la primera se materializó el sábado, sin perder un minuto me fui a Bikila a formalizar la inscripción en el Mapoma. Ya de paso me traje unas Adidas que se ajustan más a mis particularidades de pisada que las últimas zapatillas que he desgastado. La segunda secuela fue más desagradable, el domingo estaba prácticamente cojo y eso me ha llevado a tomar la decisión de ponerme en manos del fisio. Me quedan dos semanas para León y aún sabiendo que tampoco voy a hacer nada del otro jueves no quiero que la pierna no me deje disfrutar de esa esperada y deseada Media Maratón.
Ya os contaré en qué queda ese dolor puñetero y por supuesto las sensaciones de las nuevas zapatillas.
Un saludo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Zipi cumple años ¡¡Felicidades!!

Bueno mi hermano Alberto cumple años, pero por más que cumple el mamoncete siempre se queda a la misma distancia... No me pilla el jodío ¡cagüen diez!
Ahora por motivos laborales nos vemos poco y eso hace que no me vea envuelto en sus habituales "locuras"... Echo de menos el embarcarme sin saber muy bien porqué en algunas de ellas, yo nunca le he sabido decir "no" y de eso se aprovecha el pájaro... Cada vez que quedo con mi amigo Fran no podemos dejar de acordarnos de un sábado hinchando globos blancos en la Plaza de Colón, cientos, miles...

Alguno se preguntará ¿ha puesto Zipi en la entrada? Sí, lo he puesto remitiros a la siguiente foto, podría volver a hacer el juego de "quién es quién" pero la última vez más de uno y de dos me caló rápido y no es plan, ya sabéis el rubio es Zipi, ja ja ja ja, no iba a ser tan fácil.


Hermano en breve te llamo para felicitarte verbalmente, de momento tu felicitación online aquí la tienes, ¡¡Felicidades renacuajo!!