jueves, 28 de abril de 2011

Próxima parada: VIII Carrera de la Mujer

Los que seguís habitualmente este blog habréis observado que esta carrera, la de la Mujer, es uno de los clásicos que no nos perdemos nunca. Y este año no iba a ser menos, estaremos en el Retiro el día 8 de mayo dispuestos a pasar un buen rato. Es la quinta edición en la que participo, es la carrera a la que he sido más "fiel".

Los antecedentes, al menos en mi caso, no pueden ser más patéticos: hasta la semana pasada no había corrido desde la edición del año pasado de esta misma carrera. ¿Qué se puede añadir a eso? Nada, que espero no hacer demasiado "ridículo" y terminar en condiciones los 6,5 km. que tiene el recorrido en esta ocasión. Espero que lo de "correr en casa" (ahora el Retiro es mi lugar de entrenamiento, desde la semana pasada, repito) sea una ventaja. Por muy dura que sea (yo no me quito de la cabeza la cuesta del Ángel Caído), no será en nada comparable a la gesta de los maratonianos, pero bueno, cada uno a su nivel...

De momento estamos inscritas Olga, mi hermana, las chicas del grupo salvaje del Zoco y yo, que esperamos contar con el apoyo (o la compañía en el recorrido, eso lo decidirá él) de Abe. Después de la carrera, vendrá la crónica en la que me quejaré un poco por todo, en lo que se ha convertido en otra tradición más de las vinculadas a este evento. Pero bueno, en este momento, la carrera me ha servido como excusa para volver a ponerme las zapatillas y este punto positivo contrarrestra todos los defectos que en su día le encontraré.

miércoles, 20 de abril de 2011

"M" y esos locos que corren...

Llevo unos días dándole vueltas al contenido de la entrada que resuma el Maratón de Madrid, es difícil decidir el tono que acompañe a lo que hicimos el pasado domingo. Lo que hicimos 8.583 locos fue recorrer los cuarenta y dos kilómetros y ciento noventa y cinco metros, que separan la salida de la meta, la ilusión de la realidad, la duda de la certeza... Sí, me incluyo entre ellos, yo también terminé el Maratón de Madrid 2011, sigo con un balance positivo, ya vamos cuatro a dos. Pero no las tenía todas conmigo, mis sensaciones las horas previas no eran nada halagüeñas...
Ya escribí el sábado que formaba parte de la Compañía del Nunca, acompañábamos a Sonia y Saturnino, hija y padre, en el primer maratón de ella. Al mismo tiempo estrenábamos las nuevas camisetas del Nunca, aquí estamos en los momentos previos a la salida, foto que tomo prestada del Blog del Nunca, que es a su vez cortesía de Jaime:




Sigo sin saber bien el tono de la entrada cuando "M" me envía su visión del domingo pasado, para ella también era su primer Maratón, el primero que seguía a pie de carrera, circuito de metro y aceras, aplausos y vítores... Pero mejor os dejo con su crónica, con todos vosotros "M":

"He quedado en el metro de Príncipe Pío, para animar y ver pasar a los componentes del "Nunca Correrás Solo". En realidad no sé muy bien a lo que voy, ni lo que me voy a encontrar, es como para otros muchos mi primer maratón. Salgo al exterior y mi sorpresa es mayúscula: la calle, la plaza está llena de gente; jóvenes, niños de la mano de sus padres, abuelos, abuelas, menos jóvenes,... miles de personas gritando por encima de la música ¡venga, vamos, estáis en la mitad! y desde la distancia se palpa la emoción y el sufrimiento. Y aún no sé muy bien de que va esto. Espero cerca de la salida del metro a Beatriz. Miro en derredor, gente que corre en mitad de la calle, ambulancias, policía, protección civil. Oigo aplausos, una música muy alta de ritmo frenético que invita al movimiento. También veo corredores, "runners" que dicen ellos, fuera del circuito, caras de desolación, frustración, a veces alivio, cansancio, familiares o amigos abrazándolos... algo se me escapa y aún no sé que es.
Al fin llega Beatriz y nos acercamos. Buscamos un sitio para colocarnos en primera fila, nos ponemos en una zona de curva y  la visión de montones de corredores que vienen hacia nosotras me aturulla. Con buen criterio, Beatriz busca otro sitio en una recta "sino no les vamos a ver venir", soy un pollito amarillo en un gallinero, una oveja en un rebaño ¿qué sentido tiene esto?... Veo el esfuerzo en las caras de los participantes, oigo el clamor de una calle de Madrid vacía de tráfico y llena de gente plena de energía vitoreando. Miro a Beatriz, su sonrisa, sus palmas, ¡Venga, vamos! ¡Bien, muy bien!... Me siento ajena a todo. Soy un simple espectador, un mirón de escaparate,... hasta que os veo llegar. Y mi gesto cambia. Ya no miro a gente a la que no conozco, que me son ajenos, eres tú y el resto del grupo, tus compañeros; veo tu dolor, tu esfuerzo, tus ganas de rendirte, y miro al resto del grupo, los mismos gestos y aún así todos sonreís. Y cuando os alejáis, en segundos, estoy perpleja, boquiabierta. 
Al coger el metro para ir a vuestro segundo encuentro, Lago, éste está lleno de gente que va al mismo sitio que nosotras, el ambiente es muy, muy festivo. Al salir, la música de una charanga nos da de bruces. El gesto de los corredores ha cambiado notablemente, hay un gesto más duro. Al pasar Sonia, Satur y Ángel, traen un gesto que me desconcierta: ríen. No sé, llevan corriendo 35 kilómetros y ríen ¿eh?. Todo el mundo a mi alrededor jalea, y algunos runners incluso piden a los que estamos mirando que gritemos más y aplaudamos. Imito a Beatriz más por inercia que por otra cosa. Huele bien entre los árboles y hace una brisa fresca que me encanta. Puedo cerrar los ojos y abstraerme de todo, y sólo oír a los corredores, su respiración, el sonido de sus pasos. Seguimos esperando a Abe, que parece no va a llegar nunca... y temo lo peor, que el dolor de tu pierna no te deje avanzar y el Mapoma te gane de nuevo. Al fin apareces, cansado, dolorido, pero no te paras, Beatriz corre a tu lado y yo, paralizada, no sé que hacer... Volvemos a coger el metro, charlamos, la sigo como una autómata, vamos a Retiro, final de la carrera. 
El ambiente es diferente al de las anteriores paradas que hemos hecho. No encuentro los adjetivos apropiados para describirlo. El público anima más que nunca, y sin embargo se palpa la expectación. Empiezo a comprender. Y una emoción nueva me sube desde el estómago, aplaudo porque me sale de dentro, grito, no quiero que ninguno de los que van llegando se rinda ahora. Ahora entiendo, vivo, siento, que los que estamos de público somo el aliento, el pálpito, el último empujón de estos corredores. Los niños salen al encuentro de sus padres, que les cogen de la mano para entrar en meta con ellos. El esfuerzo bien marcado en todos los gestos, deja ver sin embargo, la mirada desafiante de la victoria. Han vencido a sus entrenamientos, a los nervios de una noche sin dormir, al cansancio del insomnio, al dolor, a ese demonio que durante metros, kilómetros, les decía que parasen. Han ganado la batalla al dolor, al sufrimiento, a la soledad de los pasos sin un compañero...Y lo han conseguido y yo con ellos, contigo, con vosotros, e incluso con aquellos que no terminaron el maratón, y la derrota del amor propio les intente pasar factura. 
Sé más: es un "modus vivendi", tanto para el que corre, como para los que tenemos la suerte de vernos implicados emocionalmente con ellos. Un reto a la vida, un pulso al esfuerzo, una zancadilla al dolor, una cascada de emociones. Compañerismo, amistad, lealtad, valor, ilusión, constancia, perseverancia, amor propio, capacidad de frustración y honestidad son algunos de los pilares que hacen que nadie se de por vencido, llegando a meta o no, y nunca, nunca dejen de correr..., y nunca solos."
"M" es Tábita.

En general soy un tipo afortunado, nunca he estado solo enfrentándome a un Maratón, siempre ha corrido con amigos, siempre he tenido amigos a los lados de la calle para animarme, incluso Beatriz en 2009 en Bilbao me acompañó los últimos cinco kilómetros andando cuando ya no podía más, soy un tipo afortunado, en esta ocasión a los incondicionales de siempre en las calles se unió Tábita y para mí su presencia era muy importante, gracias por estar allí. Y  no quiero escribir más, las palabras de "M" son sin duda las protagonistas de mi octavo maratón completado y su mejor resumen.
Un saludo.

sábado, 16 de abril de 2011

Y mañana Mapoma

Ha llegado, y no puedo decir que haya sido sin avisar, aquí está el Mapoma 2011, el maratón de los corredores de Madrid, de los corredores que vienen a Madrid, de la gente de Madrid que acompaña a esos corredores y de la gente que viene a Madrid a acompañar a esos corredores... En definitivas cuentas: el Maratón de la gente; no del Ayuntamiento, que se acuerda del deporte popular de Pascuas a Ramos, no de Telemadrid, que rellena parrilla con nosotros dos veces al año, tampoco del diario Marca, que solo quiere vender el ejemplar del martes y mucho menos de los políticos que mañana se harán la foto aprovechando la pre-campaña electoral. Llevo una racha de silencio bastante pronunciada, mis circunstancias me han impedido escribir, bueno, en realidad he sido yo mismo el que lo ha ido postergando, no tengáis cuidado son todo buenas cosas las que me tienen en otras tareas.


Velando armas
El domingo pasado estuve en la celebración del 30º aniversario de la fundación del Grupo Scout Alud, un día de estos escribiré sobre ello, ahora solo recordaré en voz alta que soy quien soy gracias a esos años que pasé con un montón de gente a la que tuve la oportunidad de volver a ver ese día. Hace poco "M" me escribía que soy un "tipo peculiar y nada convencional", me encantó esa descripción, seguramente esté traicionándola un poco haciéndolo público pero seguro que lo entiende. Ser Scout es algo bastante peculiar en los tiempos que corren y por supuesto se sale de lo convencional; Scout un día, Scout para siempre.
En alguna ocasión he hablado de la vela de armas, que es una tradición de los nobles que iban a ser nombrados caballeros. La noche antes de su investidura debían pasarla en vela junto a su escudo y su espada, al igual que los Scouts antes de hacer su Promesa, que les comprometerá de por vida con unos ideales y hacen su particular vela de armas con la pañoleta que llevarán a partir del día siguiente.
Eso mismo hago yo ahora con las zapatillas, el dorsal y la ropa que mañana llevaré en el Mapoma. Un ritual que no por muchas veces repetido tiene siempre las mismas connotaciones. Es mi sexto asalto a Mapoma, de momento los cinco anteriores se saldan con un resultado positivo a mi favor de  3 a 2. Los nervios no lo son tanto por la incógnita de saber si seré capaz de volver a vencer a Madrid, como por la carga emotiva que tiene la compañía...


La compañía del Nunca
Este domingo, Sonia debuta en la distancia del Maratón, y todos hemos sido testigos desde su blog y el de su padre de todo el proceso de preparación hasta llegar al gran día... Padre e hija compartiendo un maratón, el primero de ella, y yo siento una envidia sana de ver como mi amigo puede cumplir uno de sus sueños y que ha coincidido en ser el mismo que el de su hija. Y en medio de ese tornado emocional me encuentro junto a otros a los que nos han dejado intentar acompañarles en su viaje. Somos la Compañía del Nunca y tenemos que acompañar a nuestro Frodo particular, claro que en este caso salimos ganando, no se trata de un Hobbit peludo, es una bella irreductible. Como aquellos que componían la Compañía del Anillo en el viaje de Frodo, sabemos que puede que todos los que empezamos el viaje no lo terminemos, pero estamos seguros que al final los dos protagonistas de nuestra historia llegarán juntos y el resto disfrutaremos de su momento, un momento que guardaremos por siempre en la memoria, memoria, memoria...


Memoria
Lo vertiginoso de nuestras vidas en muchas ocasiones consigue que la memoria nos juegue malas pasadas. Tenemos memoria y deberíamos usarla en todo momento porque nos hace recordar los errores que hemos cometido y nos ayuda a intentar no volver a cometerlos. También es la que nos invita a recordar a la gente que pasó y sus historias. Hoy llevo todo el día recordando a Najat Tijani, algunos recordaréis su nombre, otros, espero que los más, recordarán incluso su historia, yo la tengo hoy muy presente y me da rabia no tenerla presente en más ocasiones. Pero la memoria es así de caprichosa y la vida que llevamos no la ayuda en demasía. La memoria nos recuerda que hubo historias y momentos que nos marcaron y no debemos olvidar nunca, nunca, nunca...

Mañana correré con mis amigos hasta donde las fuerzas me acompañen o el buen criterio, que nunca se sabe, me aconseje parar. En las calles nos estarán animando gente que nos importa y eso nos hará más fácil el viaje. Gracias por acompañarnos, nos vemos en el camino y en el Retiro.
Un saludo.