lunes, 19 de noviembre de 2012

A los amigos



El hecho de ir a tomar un café comenzó un viernes de invierno para entrar en calor después de una hora de parque con nuestros respectivos enanos, dónde os aseguro que se te congelan hasta las ideas, mientras ellos corren, saltan y gritan sudando como pollos. Meses después se ha convertido en cita fija: caña en verano y café en invierno, viernes sí, viernes también.

Hace un par de sábados tomando un chocolate a la menta con mis super-mamis en un bar del barrio, intentando como siempre "arreglar el mundo" mientras nuestros peques volvían loco al resto de los clientes (disculpen las molestias) pensé en cómo la amistad se inicia en cualquier lugar, en nuestro caso en la puerta del colegio y gracias a nuestros hijos.

El café se ha tornado en una fascinante puesta en común de puntos de vista, de crítica social, de descontento general, y, ante todo, y sobretodo en un desahogo de risas... carcajadas que nos abren los pulmones para llenarnos de energía y aguantar como podemos la carga que cada una llevamos encima, porque como grupo plural que somos hay de todo: familias con un miembro en paro, divorcios dónde no se cobra la pensión de los hijos, funcionarios, todos los miembros de la unidad familiar parados, abuelos enfermos, sueldos "cortitos", horarios sin conciliación familiar, abuelos exclavizados por sus nietos, familias a la otra punta de España,..., vamos que conformamos un buen ejemplo de la crisis que nos toca a todos casi por igual, en fin, en general somos unas jodidas "inconformistas indignadas" intentando arreglar nuestra pequeña parcela del barrio, empujándonos unas a otras para que ninguna se derrumbe, para dar un paso más, para que nuestros hijos nos sigan viendo reir e ir saliendo a pasitos cortos de este desastre que no hemos provocado. 

Y los amigos, los amigos, una rara especie, un animal que se extingue o se multipilica, o no, por nuestros hechos. Una fortuna que no se puede contar, cuantificar, calificar, medir, puntear. Un tesoro que no se guarda ni oculta. Una insignia cristalina. Un espejo. Y ahí están, porque los amigos no se tienen, ni se poseen, no se codician, sencillamente están.

He de decir que en mi camino hasta el día de hoy, he perdido amigos, unos por mi causa y otros no, a los primeros aún los sigo echando de menos, a los segundos les doy las gracias por irse. Amigos que volvieron sin ser llamados y a los que les debo más de lo que les puedo ofrecer. Mantengo amigos en la distancia, en el tiempo y al otro lado del océano.

Como dijo Oscar Wilde: "algunas personas causan felicidad dónde van; otras, cuando se van". Mis amigos cercanos o lejanos, tanto en tiempo o espacio, me hacen felices. Gracias por ser y estar. 





3 comentarios:

Abe dijo...

Gran trabajo ése de causar felicidad por dónde quiera que se vaya, tú lo haces cielo.
Un beso.

Saturnino dijo...

Buena reflexión. La amistad es lo mejor que se puede tener. Un amigo es el que siempre está dispuesto a estar sin preguntar por qué.
Un beso.

Anónimo dijo...
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